Es un requisito básico para la maduración el vivir situaciones malas, arrostrar fracasos y salir a delante aprendiendo del error. El hecho de superar estos eventos nos van conduciendo hacia el éxito; pero si hay algo que atenta con todo el aprendizaje y beneficio que el errar implica es el papel de víctima.
No me identifico en absoluto con la gente que no se hace cargo de sus errores. No abalo ni confío en aquellos que reparten culpas y no asumen su responsabilidad.
La postura que defiendo es la de ponerse en victimario (como sinónimo de culpable o responsable) aún cuando no lo somos ya que es la única forma en que el error nos edifique. Hacernos cargo de nuestros errores es la mejor forma de entender y hacer honor a nuestro orgullo. Identificar, reconocer y reflexionar en nuestras equivocaciones (tanto por acción como por omisión) nos preparan para el día de mañana.
Creo profundamente en la autogestión y en que para alcanzar su excelencia no debemos privarnos del privilegio de la no victimización.
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