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No soy el unico loco:

lunes, 16 de noviembre de 2020

“QUE NO TE AFECTE”

Hay un pensamiento “zen” que últimamente me está molestando y mucho. La frase “que no te afecte” dicha como parámetro de límite en pos de la salud mental. La idea de que uno siempre tiene que estar en paz con todos y con todo, aun cuando los demás o las situaciones son desfavorables o atentan contra uno mismo. Aceptando como válida la premisa de que si simulo bienestar se elimina o se previene toda la catarata química de malestar corriendo por las venas de uno mismo.

Lo cierto es que necesitamos gente que se deje afectar por la actividad que desempeña porque es la única manera de que genere cambios y soluciones.

Si tenemos un presidente, economistas, diputados, intendentes, o directores que no se dejan afectar por su rol qué tipo de compromiso podemos esperar. Preferiría no vivir en un país así, habitado por tibios que viven “equilibrados”. O en el campo de los profesionales, ¿qué se pretende? Profesionales “zen” que vivan como si todo estuviese bien, que no se atrevan a mantenerse firmes y luchar por una causa para no generar roses ni conflictos, que no se lleven los problemas a la casa para que no les repercuta en su vida personal. ¿Qué tipo de profesionales serían? ¿Qué tipo de sociedad está creando la filosofía esta de “no te lleves los problemas a tu casa”, “esto es un trabajo, tenés que aprender a aceptarlo y que no te afecte”?

Si la vida, si los problemas no te transforman, no te cambian, no te mejoran, no te moldean, sinceramente no entiendo cuál es el objetivo.

Por supuesto que uno debe elegir sus batallas, pero siempre teniendo en cuenta que hay principios inquebrantables. En paralelo tiene que haber interés personal en mejorar y sobre todo en aquellos que se desempeñan en un puesto de servicio o de liderazgo; indefectiblemente tiene que haber interés en una evolución grupal.

Noticia para las masas: la evolución duele, la evolución cuesta, la evolución se hace en base al esfuerzo. Ningún cambio favorable en el mundo se ha logrado gracias a gente que no se involucra, que no se dejó afectar por la adversidad del sistema y las masas. No por nada pasión tiene más que ver con dolor que con paz.

Dirigentes apasionados, líderes apasionados, profesionales apasionados. Gente involucrada que lleve su vocación de servicio con vehemencia. Eso falta.

viernes, 30 de octubre de 2020

“LA GENTE ES ASÍ, BIENVENIDO AL MUNDO”

Así me dijo un compañero intentando justificar su accionar.

Hay cosas que nunca voy a entender, porque es evidente que yo no soy “gente”, soy individuo. Y como individuo nunca pienso como masa ni pretendo el respaldo de la mayoría ni abogo por su dictadura numérica.

¿Cuál es el poder de la mayoría? La presión de grupo que te chantajea implícitamente de forma continua, eso es represión y censura de la más vil y cotidiana, legal y socialmente correcta. La masa contra el individuo. El ejército de obsecuentes a la mayoría contra el libre e independiente.

La masa te animaliza y te aleja de lo humano, de los valores, de la verdad. Solo basta con ver la sociedad y cómo cada día más, cada sistema humano; el político, el económico, todo sistema público y privado, el sistema de salud, todo sistema humano; se rige por la ley de la selva donde gana el que grita más fuerte, donde llega al poder el que tiene mayor viveza y vive con más estrategia, donde para no ser matado se te obliga a matar y a pisar cabezas.

La masa es un monstruo equivocado que indefectiblemente termina corrompiéndolo todo.

Somos pocos los individuos y sobreabunda la masa. ¡Despierten!


ME DI CUENTA DE QUE HAY 3 COSAS QUE ME GENERAN MALESTAR: LA QUEJA CONSTANTE, LA MURMURACIÓN, Y LA FALTA DE INTEGRIDAD EN LAS PERSONAS, LOS QUE TIENEN DOBLE CARA O DISCURSO. ASÍ TAMBIÉN ME DI CUENTA DE QUE ME HACE MUCHO RUIDO EN LA CABEZA AQUELLOS QUE SON INCAPACES DE VALORAR LO QUE RECIBEN, AQUELLOS QUE TERGIVERSAN Y DISTORCIONAN INTENCIONES BUENAS Y SINCERAS Y AQUELLOS QUE NO SE LA JUEGAN.

martes, 12 de mayo de 2020

NO SABEMOS CUIDAR


Inevitablemente al formar parte del “gremio” médico y del sistema de salud no puedo evitar el ojo de lupa sobre mi gente. No puedo evitar compararme constantemente en busca de diferencias y similitudes. Rara vez experimenté el sentimiento de pertenencia hacia alguien o hacia un grupo; sinceramente me cuesta mucho pensar en función de un colectivo y renunciar a mi individualidad. Tal vez sea una cuestión de egoísmo o tal vez de libertad. En fin, algo que vengo identificando frecuentemente, como un patrón, es que los médicos, de forma paradójica, no saben cuidar.
Más allá del acto médico, refiriéndome a lo cotidiano del trato entre pares, los médicos no apreciamos lo que tenemos y por consecuencia no lo cuidamos. No miramos con amor a nuestro par, no opinamos con el fin de construir, no nos sobreponemos a situaciones que son irrelevantes, no ayudamos al caído, no cubrimos el error ajeno, no defendemos.
Somos un pueblo que no sabe valorar lo que tiene y lo que sí sabe hacer muy bien es murmurar, ser rápidos en el mal pensar y proyectar en los demás características negativas. Qué difícil ser cabeza de un pueblo así, qué difícil debe ser liderar a gente totalmente cauterizada a todo lo bueno que hagas.

Claro que la dinámica cambia cuando alguien externo critica a un par. En ese momento nos inunda el sentimiento de hermandad y entonces defendemos y cubrimos sin siquiera saber lo particular del caso. Aplaudo ese gesto, me parece loable; pero me gustaría que contagiara los vínculos dentro del gremio.

Seguramente esto pasa en todos los gremios o grupos sociales, en mi caso opino sobre lo que me toca vivir. Personalmente intento el ejercicio de cuidar, proteger, perdonar, no sobredimensionar ni exagerar errores ajenos, no divulgar, no echar en cara, no murmurar, defender… ser fiel a lo que pienso y siento e intentar actuar en consecuencia frente a quien sea.
Vivir en una selva puede ser muy confuso. En la selva, como en la guerra, no está clara la ley moral y entonces pecaría de ingenuo o estúpido si viviese sin estrategias, sin doble discurso o sin doble cara, sin garras y colmillos. El sistema poco a poco te obliga en pequeñas cuotas a formar parte de esa forma de proceder.

Me pregunto ¿cuánto tiempo puede un ser humano mantenerse digno formando parte de un sistema que intenta corromperlo?