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No soy el unico loco:

lunes, 31 de mayo de 2010

LA SALUD COMO INCOHERENCIA SOCIAL

Según la definición de la Organización Mundial de la Salud, la salud es el completo estado de bienestar físico, mental y social y no solamente la ausencia de infecciones o enfermedades. Si bien es cierto que, bajo los parámetros de esta definición, todos estamos en alguna medida enfermos, creo que la utopía en una definición permite que sus agentes efectores jueguen con los límites entre lo posible e imposible logrando así el máximo. Y el máximo del Sistema de Salud apunta al ideal médico, es decir, el lograr la salud mundial.

La salud es un proceso activo en el cual entran en juego muchas variables que no necesariamente se relacionan con su antagónico: la enfermedad; sino que se relacionan con su conservación y mejoramiento, cuestiones que aluden a los conceptos de promoción y prevención.

• Promoción de la salud es definida en la Carta de Ottawa (1986) como el proporcionar a la gente medios necesarios para mejorar su salud y ejercer un mayor control sobre la misma.
• Entiendo por prevención a un conjunto de acciones y consejos médicos que evitan enfermedades determinadas. 

Para una mayor comprensión voy a introducir la siguiente analogía:
Existen dos cuadras distintas con una casa en cada una, una llamada “Salud” y otra “Enfermedad”. Con respecto a la primera puedo decir que todo lo que hace habitable mi casa es la promoción; y todo lo protector (pared, puerta y portón) sería la prevención
¿Quién hace promoción y prevención en “Salud”? El personal doméstico calificado para ello.
La calle intermedia (no confundir con vereda que en ambos casos representaría al diagnóstico) representaría el tratamiento y la rehabilitación. 
Siguiendo con la analogía, la calle y la casa de “Enfermedad” deberían ser mantenidos por personal competente para ello que no precisamente son competentes para trabajar en “Salud”. Cada casa con su propio personal doméstico.

En mi opinión, el actual Sistema de Salud, en el cual la persona únicamente conoce al médico (promotor y defensor de la salud) cuando cruza la calle y llega a la casa de “Enfermedad” o cuando está en la vereda de “Detección/Diagnóstico”, no es un sistema bien nominado, planteado ni desarrollado. Si la definición de salud ha ido evolucionando a través del tiempo, ¿Por qué no así el sistema que la aborda? Si esta definición, que quisiera suponer es la base del sistema de salud, está centrada en la casa que compete, ¿Por qué razón el Sistema de Salud hizo cede en otro lado?
Según la realidad que nos toca vivir me parece que el Sistema de Salud debería llamarse Sistema de No Enfermedad; ya que este pretende establecer un muro (lo más reforzado posible) entre “Enfermedad” y su vereda para que la gente no pueda entrar más que a la casa “Salud” o se quede divagando por la calle y vereda perdiendo calidad de vida y el sentido del riesgo diario que nos mantiene despiertos para conservar la salud. Así, las enfermedades que hasta hoy no tienen cura son puertas de acceso libre a “Enfermedad” que todavía no han podido ser clausuradas.

Es así que yo, como futuro guerrero de la salud y verdadero anfitrión de “Salud” quiero hacer notar esta incoherencia que atenta con disminuir la calidad de vida social y el descuido de la casa que necesito fortalecer ¡Basta de limitar el terreno de “Enfermedad” cuando deberíamos reforzar el de “Salud”! 

¿Por qué se ha construido el Sistema de Salud con una estructura antagónica? ¿Por qué razón este sistema adormece la sensibilidad a la salud diaria y la delega a tenerla únicamente en aquellos momentos en los cuales nos sentimos mal? ¿Por qué razón acudo al Sistema de Salud únicamente cuando empiezo a prescindir de ella o temo por perderla? ¿Por qué razón no pienso en salud a la hora de tomar cada decisión cotidiana? ¿Por qué razón no hago saludable cada respuesta conductual mía resultando así en un estilo de vida saludable? ¿Cómo es posible que este sistema ponga sus esfuerzos en relación inversa a lo que debería por definición y rendimiento de los resultados? ¿No estaremos haciendo mal uso de nuestros deberes, obligaciones y recursos como agentes de salud?

Creo que el Sistema de No Enfermedad no puede reemplazar al Sistema de Salud. Deberían ser dos sistemas que se dediquen al mismo fin: lograr mantener a la gente en el terreno de “Salud”. Si el Sistema de No Enfermedad se encarga de hacer salud se corre el riesgo de, en el mejor de los casos, sacar a la gente de “Enfermedad” y no dejarla pasar pero descuidar y malograr la calidad de vida de los habitantes de “Salud”. Esto implica que no haya esfuerzos masivos dedicados a ello y así disminuyen paulatinamente los estándares del estado de salud, degenerando y degradando sus cualidades. Lo cual conlleva la nominación de salud a un estado conformista y mediocre de bienestar. 

Si el Sistema de Salud se encarga de lo que realmente le compete provocaría menos enfermos y el descongestionamiento del Sistema de No Enfermedad; y así este podría ocuparse de cuestiones relevantes en esta instancia como lo son: la investigación científica de curas y tratamientos de enfermedades y la mejora del sistema de atención. 

El Sistema de Salud se debería encargar en primer lugar de la promoción (todo lo que haga su casa más cómoda y agradable para que permanezca en ella) y prevención. Le correspondería hacer de la salud algo alcanzable para cada individuo de la sociedad, buscar estándares cada vez más altos de salud y venderlos en el mercado para lograr cada vez una mejor calidad de vida pública.

Ahora bien, otro gran tema que se desprende de esta incoherencia social es la amplia red de conexiones que tiene (o no) el Sistema de Salud; una ambigua red muy conveniente para intereses personales más que sociales ¿Quiénes son estas armas de doble filo? Obviamente los grandes poderes: la política, las grandes multinacionales y el marketing social.

Un fuerte aliado debería ser la política pero lamentablemente la relación se ha deteriorado debido a la mala nominación del sistema. Así los fondos de salud están destinados a la barrera en la vereda de “Enfermedad” más que al predio de “Salud”, y esto converge en una falta de compromiso político con la salud (ya que teóricamente brinda salud pero empíricamente evita la enfermedad). Como resultado vemos a diario la legalidad de la venta libre de cigarrillos, alcohol y demás productos nocivos para la salud. Esto da lugar a todo tipo de aberraciones, amenazas y atentados hacia la Salud y abre la puerta a un juego en el que se deja a todos contentos a expensas de la degradación constante de la calidad de salud. Se suman los fondos a la No Enfermedad al mismo tiempo que se apoya la remodelación constante del predio de “Enfermedad” haciendo de este una suerte de parque de diversiones/distracciones. 
Tal parece que “Enfermedad” está protegida por intereses económico-políticos y el patrimonio de la salud está defendido por patriotas públicos que autonómicamente eligen sus principios a los intereses del bolsillo y se exponen a formar parte de un grupo invisible que no tiene una organización establecida ¿Cómo esperamos que el sistema político cumpla con sus deberes para con el pueblo a la hora de sancionar, aprobar y dar permisos “saludables” si no hay un Sistema de Salud encarado coherentemente que ofrezca soporte para contener al patriotismo saludable de estas personas? 

¿Cómo cambiaría la salud de la gente con tan sólo una ley saludable? La política tiene el poder de hacer cambios masivos fácilmente y esta gran cualidad no puede ser ignorada.

Es curioso ver como las multinacionales a lo largo de la historia se han instalado en la casa “Enfermedad”, produciendo así ofertas en el mercado que enferman a la sociedad y, por medio del marketing social, se vendió y vende esa enfermedad masivamente al mundo entero. 
Tal vez por viveza de los representantes de “Enfermedad” y falta de creatividad de los representantes de “Salud”, tal vez por falta de información pública o por lo que sea, es una triste realidad que nos amenaza diariamente y constituye, en su conjunto, el mayor factor de riesgo: la acción articulada de las grandes multinacionales con el marketing social.
Todo este movimiento resulta en enfermos conformes con su enfermedad o mediocremente nominados sanos que se conforman con su estado actual y son potenciales futuros enfermos.

¿Qué tiene la enfermedad que la hace tan rentable, tan vendible y tan marketinizable que no tiene la salud?

Íntimamente ligado a las multinacionales está el marketing social al cual le adjudicaría adjetivos que describen muy bien su carácter ante la población: compulsivo, indiscriminado, poco ético, sexópata, competitivo y enfermante. A partir del marketing nace toda una nueva corriente de enfermedades, adicciones, conductas y deseos que lejos están de aportar calidad a la vida. Este poder mal utilizado constituye un factor masivo de alto riesgo que introduce constante e imperceptiblemente en nuestro cerebro información manipulada con fines económicos. Si los medios de comunicación son utilizados como caballos de Troya para introducirse en nuestros deseos y elecciones, ¿Por qué yo como agente de salud no puedo hacerlo también por una buena causa? 

¿Qué sucedería si utilizamos estos grandes poderes por primera vez a favor de la población (a favor de la salud)? 

Tengamos en cuenta los valores de constante adaptación y cooperación con los posibles aliados del Sistema para conseguir la supervivencia digna de la humanidad.
Si consideramos que los valores son la base de un futuro utópico, ¿Por qué no empezamos a considerar a la salud como un valor primario? Y así poner a la salud en estándares altos de accionar, tan altos como los estándares de patriotismo y heroísmo.
Podemos hacer bien el trabajo, podemos cambiar la salud del mundo, podemos hoy dar el primer paso del cambio y diagramar el mañana; y cuando esa nueva normalidad se convierta en realidad convertirnos en próceres de la salud, en escritores y hacedores de la leyenda que más necesita el mundo.