.

.

No soy el unico loco:

miércoles, 4 de julio de 2012

SÍ, SOY ARGENTINO

Lejos de aceptar la concepción personal que cualquier persona puede tener de Argentina, este posteo va dirigido a describir lo que para mí es ser argentino.

Siempre me dio curiosidad saber cuáles fueron las ideas que motivaron a nuestros próceres a luchar por la patria. En cierta forma me siento atraído por la tremenda convicción que mostraron ellos al estar dispuestos a dejarlo todo (pertenencias, puestos, familia y hasta la propia vida) en nombre de un país que en ese entonces ni siquiera existía. Ideas, ideales y principios que les demandaron imperativamente hacerlo sin importar siquiera dar la propia vida para lograrlo.
¿Qué grado de entrega personal y convicción tengo que tener para donarlo todo a una causa que en el presente es solo una idea utópica, imposible y hasta ridícula?
Es como la tan refutada ley del "todo o nada", a la misma que alude San Martín al decir "Serás lo que debas ser o no serás nada". ¿Qué clase de vivir es deambular sin ser? ¿Qué clase de vivir es no ser quien uno debe ser? "Lo que se llama una razón para vivir, es al mismo tiempo, una excelente razón para morir" (Camus). Y cada uno tiene su razón para vivir y para morir, cada uno tiene que superar el miedo a vivir para enfrenarse a la muerte cara a cara y día a día y con dignidad luchar hasta el final. Esta es la única dignidad que reconozco, la única forma de acceder a lo más sublime que la raza humana puede alcanzar... la libertad de ser. El hombre transformando el mundo sufre el proceso de su propia transformación.

Indudablemente hay un conjunto de ideales y valores que se han fundido en nuestra historia tales como: la lucha, el esfuerzo, la convicción ciega (fe), la solidaridad, el heroísmo, el pensamiento crítico, el honor, la estrategia y la astucia, el idealismo y las metas utópicas, la entrega total, el peso de saber que socialmente no es nada cómodo ser un héroe, el valor de seguir adelante pese a la incertidumbre propia de pisar suelo yelmo y al sufrimiento propio de la adversidad, las imperiosas ganas de subvertir la realidad, el consuelo de saber que el silencio y el tiempo (el futuro) son los mejores abogados, la fe en que las luchas de hoy construyen la realidad del mañana, la vehemencia por gloria no propia sino del pueblo, el argumento de que la mayoría NO tiene razón, la creencia en que aún, desde la autogestión, se puede hacer y mucho; y la lista podría seguir.

Estos son los pilares que nos conducen a la esencia más pura de la Argentina. Este es nuestro eje y la regla con las cuales deberíamos aprender del pasado, actuar en el presente y diseñar el futuro de nuestro país.