Un dicho popular dice: tu peor enemigo eres tu mismo; parafraseando esta frase digo que el peor enemigo es la incoherencia interna.
Una forma de incoherencia interna es el auto insulto.
Cuando en nuestro discurso o accionar hay contradicciones nos auto desacreditamos y esto nos hace culpables según nuestros propios criterios y juicios.
Cuando ponemos en manifiesto una determinada postura y luego hacemos algo en discordancia nos estamos insultando a nosotros mismos. Tengamos cuidado a la hora de reprender porque quizá en la misma reprensión estamos refutando nuestro comentario. A veces al amonestar creamos un circuito de comunicación cerrado en el cual están de más las palabras ya que nosotros mismos nos ponemos en ridículo.
Algo muy gracioso es identificar el constante auto insulto público existente. Tal es la frecuencia de ocurrencia que casi ni tenemos que molestarnos en contestar o enojarnos ya que cualquier persona con sentido común y visión clara de los hechos se daría cuenta de que inconscientemente la contraparte está dándonos la razón. Un gran alivio en el soportar el durante es la risa ocasionada por estas situaciones ¿Qué más podemos hacer que reírnos?
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No soy el unico loco:
viernes, 31 de diciembre de 2010
BASTA DE CHÁCHARA
El mundo está sobre poblado de personas carentes de rumbo, deseosos por escapar de su patética existencia y ansiosos por encontrar algo a lo cual seguir. Esto da como resultado la divagación no objetiva en los discursos cotidianos así como la mediocridad expresada libremente ante la impunidad de la ignorancia.
La tendencia de vagar confusamente por diferentes temas sin filtro alguno es cada vez más frecuente y atenta con la productividad y el aprovechamiento del tiempo y esfuerzos.
La cháchara se alimenta de la repetición compulsiva e innecesaria, la carencia de relevancia en los comentarios, las preguntas con respuesta obvia, la pérdida de vista del tema central y el exceso de palabras sin contenido.
Obviamente no puedo pretender que todos posean la capacidad de ser objetivo y dominen el poder del resumen; pero considero un requisito mínimo, como paso previo al hablar, el pensar.
La tendencia de vagar confusamente por diferentes temas sin filtro alguno es cada vez más frecuente y atenta con la productividad y el aprovechamiento del tiempo y esfuerzos.
La cháchara se alimenta de la repetición compulsiva e innecesaria, la carencia de relevancia en los comentarios, las preguntas con respuesta obvia, la pérdida de vista del tema central y el exceso de palabras sin contenido.
Obviamente no puedo pretender que todos posean la capacidad de ser objetivo y dominen el poder del resumen; pero considero un requisito mínimo, como paso previo al hablar, el pensar.
martes, 28 de diciembre de 2010
PONERSE EN EJE
Ponerse en eje es la acción de centrarse en lo que es el motor de nuestra existencia individual. La identificación del eje interno requiere de tiempo y procesos psicológicos lentos que nos hacen sufrir mucho dolor y nos dan madurez. Comprende el buscar y descubrir las razones que motivan nuestros sueños e invertir toda nuestra convicción personal en ellas.
El eje interno es fundamental en todo ser humano y crearlo exige inspiración, creatividad e invoca al poder de abstracción. Esa abstracción resultante es el resumen de nuestro ser, la fuente de nuestra energía y el propósito de nuestra existencia ¿Cómo logro descifrarlo? Lo descifro llevando los sueños a un plano de abstracción en salga a la luz el anhelo que hay detrás. Entonces, la coherencia interna crea el eje y la razón humana esquematiza el eje en sueños a realizar.
Al lograr la abstracción máxima del alma uno se conecta con lo más puro de la existencia: el propio propósito. Hacerlo no es perder identidad sino alcanzar una identidad más verdadera y virtuosa a partir de la cual entendemos nuestro rol en el mundo. Actuar como demanda de nuestra esencia no es lo mismo que actuar como consecuencia de percepciones de la realidad externa. Proceder por impetración del ser nos da la potestad dadivada por el creador en el principio de los orígenes y transforma el miedo en coraje y valor.
Cuando estamos conectados con nuestro eje nos convertimos en nuestro propio respaldo, apoyo y solución. Obvio que esto no quita la necesidad de ayuda externa pero sí suprime la que es innecesaria.
Al encontrar nuestro centro podemos evolucionar, modificar estructuras, cambiar formas sin riesgo de perder nuestra identidad. Lo que importa es el contenido más que el continente. Por ello creo que la abstracción de nosotros mismos es la máxima expresión de la libertad e individualidad humana que no debemos dejar de experimentar.
Obtengamos el brillo propio que otorga el psiquismo bien fundamentado y armado a partir de la unión entre la coherencia y la razón. No nos salgamos de nuestro eje, intentemos buscar en lo cotidiano motivadores que unan nuestro accionar con esta fuente de auto conocimiento. Mantengámonos conectados con esta fuente que al alimentar nuestros sueños llena el ser.
RESENTIMIENTO
A lo largo de la vida nos toca vivir situaciones que si bien pueden ayudarnos a seguir adelante también pueden ocasionarnos trabas cognitivas con puentes recurrentes hacia el error.
Defino al resentimiento como el dolor sostenido en el tiempo, por incapacidad de elaborarlo, ocasionado por alguna situación concreta. El dolor no procesado sabe a injusticia y la magnitud de esta trae aparejado el rencor (resentimiento arraigado y obstinado) que desencadena alguna reacción reivindicadora o de venganza.
En ciertas ocasiones el resentimiento puede nacer a partir de una conducta ajena en respuesta a una acción o característica propia y esto puede llevar a la generalización de dicha conducta en la sociedad total. Esta suposición de que toda la sociedad, ante determinada actitud o característica mía, actuará de la misma forma conlleva a una secuencia de pensamientos, sentimientos y accionares equivocados y en discordancia con la realidad y nos convierten en acomplejados (personas que poseen una combinación de tendencias, emociones e ideas subconscientes que influyen inhibitoriamente en su personalidad y accionar).
Quiero hacer una diferencia entre los cuatro mundos que nuestra mente puede confundir: el mundo utópico, el mundo real, el mundo subjetivo y el mundo viable.
El mundo utópico es todo lo que creemos que el mundo debe ser. El mundo real es exterior a nosotros, la realidad pura sin ningún tipo de subjetividad que la desglose. El mundo subjetivo es todo lo que nosotros pensamos que es; invoca a nuestra forma de ver al mundo y todo lo que ponemos en práctica a la hora de la interpretación. El mundo de lo posible involucra todo lo que es posible hacer o cambiar del mundo real.
Siempre es bueno identificar el mundo al cual nos referimos para evitar malos entendidos, darle realidad a nuestro discurso, magnificar y ubicar nuestras opiniones y pensamientos.
Luego de vivir una situación que atenta con resentirnos, es un error muy frecuente confundir el mundo subjetivo con el real y más precisamente confundir las suposiciones con la realidad (creer lo que suponemos). Esto es un arma de doble filo ya que esa conjetura puede ser fidedigna como engañosa.
Las opiniones que hacemos basados en suposiciones defectuosas no hacen más que crearnos dificultades. Las opiniones que tenemos de los demás crear prejuicios, las opiniones que pensamos que los demás tienen de nosotros generan desconfianza o malentendidos y la opinión que tenemos de nosotros mismos es disparador de problemas. Entonces, es importante ser cuidadoso con la visión de la realidad ya que una mala interpretación puede conducir a una cadena de cogniciones no coherentes con la realidad.
Las suposiciones y posteriores opiniones deben estar sujetas a la realidad y estar expectantes a los constantes cambios que experimenta (realidad actualizada). Cuando no somos conscientes de los cambios sociales, la acción que provocó en nosotros dolor vuelve a repetirse pero no desencadenada por factores externos sino por la formación de puentes cognitivos internos que recurren a ese sentir y nos convierte en resentidos. Tal vez si nos ponemos a pensar en aquella acción que nos trajo tantos problemas nos damos cuenta que fue una pavada, tal vez viéndola desde un momento distinto de nuestra historia podemos dejarla atrás y superarla, tal vez evaluándola con mayor madures podemos hasta reírnos de ella y seguir adelante.
Tratemos de ajustar cada día más nuestras herramientas de percepción para eliminar lo más posible el error y llegar a la excelencia de percepción en la cual la interpretación sea tan amplia y razonable como la realidad.
Obliguémonos a poner en tela de juicio nuestras propias suposiciones, destruyámoslas a la luz de nuestra mejor arma: la razón. Perdamos el orgullo y desacreditémonos a nosotros mismos, bombardeemos nuestras opiniones de todos los puntos posibles para descubrir las bases de ellas y clasificarlas (orientación personal, marco teórico, vivencias personales, cultura, etc.) para comprender mejor la raíz de nuestras formas de apreciación personal.
Cuando no evaluamos nuestras suposiciones nos convertimos en víctimas de nuestro pasado. Y la auto victimización nos cierra a todo el campo de posibilidades y nuevas formas que el cambio constante de la sociedad mundial nos ofrece.
No nos quedemos estancados en ese recuerdo que no nos permite avanzar. A ese evento desafortunado debemos fragmentarlo y racionalizarlo. Tenemos que esforzarnos por entender qué paso, respondernos todos los por qué existentes, adjudicarnos las culpas que correspondan y sobretodo aprender de ese suceso.
Nadie puede evitar que nos ocurran este tipo de eventos. Nadie puede evitar que nos resintamos. Pero lo que sí podemos hacer es elaborar ese resentimiento de forma tal que nos haga más fuertes y racionales. Usemos todo nuestro poder mental para trasformar algo malo en un beneficio permanente para en nuestra vida. Si bien el dolor tiene una connotación triste también tiene un potencial benéfico que puede ser utilizado para transformarnos. Pensemos en el dolor como un recurso fundamental para nuestra maduración y felicidad y no dejemos de utilizarlo para nuestro bien.
miércoles, 22 de diciembre de 2010
HIJOS DEL RIGOR II
¿Se puede vivir en constante represión? Esto parece ser una carga muy pesada y difícil de llevar pero el rigor auto administrado puede tener una dinámica muy llevadera si sabemos utilizarla a nuestro favor.
Para realizar tareas que nos cuestan hay muchas herramientas que podemos utilizar para pautar su cumplimiento. La clave del asunto es llegar a verse a uno mismo como autoridad y así cumplir nuestras propias exigencias.
Lo bueno que tiene el rigor es que actúa activando el estímulo de lucha. Este estímulo nos mantiene desesperadamente ocupados en el camino y alejados de las distracciones.
Una de las herramientas que he experimentado en esta forma de auto control es la utilización de factores externos como rectores. Así, por decisión propia, nos estaríamos sometiendo en un aspecto a una persona para lograr lo que solos no podríamos.
En mi caso particular fue conseguir un grupo de estudio para leer los libros de medicina. Sólo me costaba mucho sentarme a estudiar pero descubrí que la presión grupal crea en mí la obligación.
Lo que hoy nos cuesta hacer y lo hacemos, mañana nos costará menos y al día siguiente menos aún, hasta llegar al día que lo haremos de forma automática sin tener que esforzarnos. La más difícil es la primera vez, dar el primer paso. Por eso soy un defensor de la rutina severa sostenida en el tiempo. Seamos auto exigentes, practiquemos acciones que nos cuesten y realicémoslas hasta hacerlas hábitos en nuestro diario vivir. Utilicemos el dominio propio hasta ingresar al piloto automático las acciones que hoy implican una pelea interna con nosotros mismos.
Entonces puedo decir que hay tres clases de rigor: el externo, el auto administrado y el inconsciente. El tema de este posteo son los últimos dos. Mientras más abusemos del rigor auto administrado menos esfuerzo requeriremos en el futuro para hacer lo que hoy nos cuesta. Obviamente que a lo largo del tiempo las acciones conflictivas serán distintas; tal vez cuando chicos nos costaba bañarnos o cepillarnos los dientes y ya al crecer esas acciones las hacemos por una demanda del rigor inconsciente pero aparecen nuevas acciones como: limpiar la casa, sentarse a estudiar, cocinarse todos los días, etc. Al rigor inconsciente es al que tenemos que aspirar ¿Cuál es el vehículo entre auto administrado e inconsciente? El dominio propio y el tiempo, en otras palabras, la rutina diaria.
No evadamos más nuestras responsabilidades y activemos nuestro accionar. No eludamos más la forma digna de vida que la razón nos otorga.
Para realizar tareas que nos cuestan hay muchas herramientas que podemos utilizar para pautar su cumplimiento. La clave del asunto es llegar a verse a uno mismo como autoridad y así cumplir nuestras propias exigencias.
Lo bueno que tiene el rigor es que actúa activando el estímulo de lucha. Este estímulo nos mantiene desesperadamente ocupados en el camino y alejados de las distracciones.
Una de las herramientas que he experimentado en esta forma de auto control es la utilización de factores externos como rectores. Así, por decisión propia, nos estaríamos sometiendo en un aspecto a una persona para lograr lo que solos no podríamos.
En mi caso particular fue conseguir un grupo de estudio para leer los libros de medicina. Sólo me costaba mucho sentarme a estudiar pero descubrí que la presión grupal crea en mí la obligación.
Lo que hoy nos cuesta hacer y lo hacemos, mañana nos costará menos y al día siguiente menos aún, hasta llegar al día que lo haremos de forma automática sin tener que esforzarnos. La más difícil es la primera vez, dar el primer paso. Por eso soy un defensor de la rutina severa sostenida en el tiempo. Seamos auto exigentes, practiquemos acciones que nos cuesten y realicémoslas hasta hacerlas hábitos en nuestro diario vivir. Utilicemos el dominio propio hasta ingresar al piloto automático las acciones que hoy implican una pelea interna con nosotros mismos.
Entonces puedo decir que hay tres clases de rigor: el externo, el auto administrado y el inconsciente. El tema de este posteo son los últimos dos. Mientras más abusemos del rigor auto administrado menos esfuerzo requeriremos en el futuro para hacer lo que hoy nos cuesta. Obviamente que a lo largo del tiempo las acciones conflictivas serán distintas; tal vez cuando chicos nos costaba bañarnos o cepillarnos los dientes y ya al crecer esas acciones las hacemos por una demanda del rigor inconsciente pero aparecen nuevas acciones como: limpiar la casa, sentarse a estudiar, cocinarse todos los días, etc. Al rigor inconsciente es al que tenemos que aspirar ¿Cuál es el vehículo entre auto administrado e inconsciente? El dominio propio y el tiempo, en otras palabras, la rutina diaria.
No evadamos más nuestras responsabilidades y activemos nuestro accionar. No eludamos más la forma digna de vida que la razón nos otorga.
DIGNIDAD DE CRITERIO
¡No tengo por qué hacerme cargo de la subjetividad individual!
Creo que a la hora de evaluar están de más las suposiciones, juicios hechos desde la ignorancia, tergiversación de términos y generalizaciones. Sí corresponde que me ocupe de lo que es la realidad, de lo que es la fuente de las interpretaciones más que de las interpretaciones en sí (realidad de segunda mano). Lamentablemente la apreciación personal es un parámetro de evaluación cada vez más precario y deficiente; y esto da lugar a un margen de error considerable que le resta credibilidad a los juicios.
El problema de la subjetividad es el fundamento que la sostiene. Más allá del resultado final la deficiencia está en la estructura de razonamiento creado. Lo más común es saltarnos el proceso de pensamiento y creer una premisa primitiva.
Por ello es importante ser crítico de la crítica ajena y tratar de justipreciar los conceptos (construcción abstracta mental) y principios (articulación de diferentes conceptos) que utilizan.
Disentir en los conceptos es una razón muy frecuente de bifurcación en las cadenas de razonamiento. Por eso es útil comprobar que las definiciones básicas sean parecidas para detectar y magnificar la esencia de las concepciones divergentes.
La generalización es otro punto de discordia. No debemos olvidarnos que nuestras opiniones siempre apelan a nuestros antecedentes, es decir que están sometidas a las variables: tiempo, lugar y población. Por esta razón cuando el marco empírico es ignorado y generalizamos estamos evadiendo los fundamentos y embargándonos en su margen de error. Tratemos de permanecer abiertos a los antecedentes de otras personas y así más receptivos a sus opiniones.
Hablar desde la ignorancia parece ser moneda corriente en estos días. Creo que lo mejor ante una contraposición ignorante es guardar silencio y evitar la confrontación inútil.
Es indispensable tener en cuenta que nuestras suposiciones están sujetas a mucho sesgo y por ello no podemos concebirlas como parte de la realidad por más certeras que las creamos. Las suposiciones no son la realidad y no pueden ser el centro fundador de una opinión.
A la hora de la confrontación es difícil conseguir cambios radicales de perspectiva por lo que hay que tener en cuenta los condicionantes internos y limitantes contextuales de la contraparte para utilizarlos y gestionar una negociación.
Podemos ceder ante el intercambio de ideas de muchas formas, podemos flexibilizar las definiciones, detectar el eslabón disidente y contribuir a la construcción de un nuevo razonamiento mutuo. Esto es posible siempre y cuando ambas partes sean lo suficientemente flexibles como para no entrar en un juego de egos ni juicio de valores.
Es importante diferenciar las siguientes acciones: aceptar una opinión distinta sin llegar a compartirla, exponer el propio razonamiento para justificar una opinión y ayudar a razonar a alguien que no razonó cierta premisa.
Ante todo tenemos que crear un campo informativo neutral (saber la historia de ambas partes) y luego coronarlo con la tendencia individual. Pero por sobre todo hay que entender lo que es parte de la realidad (todo el marco informativo) y lo que es subjetivo (nuestra inclinación personal).
Descubramos la excelencia en la subjetividad. Tengamos en cuenta que lo subjetivo otorga el carácter de digno o mediocre a la información resultante. Por eso busquemos fundamentos sólidos y creemos un sistema evaluativo tan amplio que le de coherencia interna a nuestra subjetividad.
Entonces, defino a la dignidad de criterio como a un sistema de evaluación fundado en la libertad de razonamiento articulado dentro de un marco de información y definiciones válidas.
A veces tenemos que ser víctimas de la subjetividad mediocre de gente sin sentido crítico. Para estas situaciones tenemos la virtud del razonamiento maduro que actúa como escudo desacreditador de incoherencias públicas.
Cuando uno conoce su identidad no necesita demostrarle nada a nadie. Cuando uno sabe quién es y hacia dónde se dirige no se tiene miedo de ser minoría. Cuando uno se ocupa de ser es respaldado por la seguridad de los cánones originales.
La subjetividad infundada es un parámetro de evaluación al cual no es pertinente someterse. En otras palabras… no debo hacerme cargo de las apreciaciones personales de gente que no tiene dignidad de criterio.
Creo que a la hora de evaluar están de más las suposiciones, juicios hechos desde la ignorancia, tergiversación de términos y generalizaciones. Sí corresponde que me ocupe de lo que es la realidad, de lo que es la fuente de las interpretaciones más que de las interpretaciones en sí (realidad de segunda mano). Lamentablemente la apreciación personal es un parámetro de evaluación cada vez más precario y deficiente; y esto da lugar a un margen de error considerable que le resta credibilidad a los juicios.
El problema de la subjetividad es el fundamento que la sostiene. Más allá del resultado final la deficiencia está en la estructura de razonamiento creado. Lo más común es saltarnos el proceso de pensamiento y creer una premisa primitiva.
Por ello es importante ser crítico de la crítica ajena y tratar de justipreciar los conceptos (construcción abstracta mental) y principios (articulación de diferentes conceptos) que utilizan.
Disentir en los conceptos es una razón muy frecuente de bifurcación en las cadenas de razonamiento. Por eso es útil comprobar que las definiciones básicas sean parecidas para detectar y magnificar la esencia de las concepciones divergentes.
La generalización es otro punto de discordia. No debemos olvidarnos que nuestras opiniones siempre apelan a nuestros antecedentes, es decir que están sometidas a las variables: tiempo, lugar y población. Por esta razón cuando el marco empírico es ignorado y generalizamos estamos evadiendo los fundamentos y embargándonos en su margen de error. Tratemos de permanecer abiertos a los antecedentes de otras personas y así más receptivos a sus opiniones.
Hablar desde la ignorancia parece ser moneda corriente en estos días. Creo que lo mejor ante una contraposición ignorante es guardar silencio y evitar la confrontación inútil.
Es indispensable tener en cuenta que nuestras suposiciones están sujetas a mucho sesgo y por ello no podemos concebirlas como parte de la realidad por más certeras que las creamos. Las suposiciones no son la realidad y no pueden ser el centro fundador de una opinión.
A la hora de la confrontación es difícil conseguir cambios radicales de perspectiva por lo que hay que tener en cuenta los condicionantes internos y limitantes contextuales de la contraparte para utilizarlos y gestionar una negociación.
Podemos ceder ante el intercambio de ideas de muchas formas, podemos flexibilizar las definiciones, detectar el eslabón disidente y contribuir a la construcción de un nuevo razonamiento mutuo. Esto es posible siempre y cuando ambas partes sean lo suficientemente flexibles como para no entrar en un juego de egos ni juicio de valores.
Es importante diferenciar las siguientes acciones: aceptar una opinión distinta sin llegar a compartirla, exponer el propio razonamiento para justificar una opinión y ayudar a razonar a alguien que no razonó cierta premisa.
Ante todo tenemos que crear un campo informativo neutral (saber la historia de ambas partes) y luego coronarlo con la tendencia individual. Pero por sobre todo hay que entender lo que es parte de la realidad (todo el marco informativo) y lo que es subjetivo (nuestra inclinación personal).
Descubramos la excelencia en la subjetividad. Tengamos en cuenta que lo subjetivo otorga el carácter de digno o mediocre a la información resultante. Por eso busquemos fundamentos sólidos y creemos un sistema evaluativo tan amplio que le de coherencia interna a nuestra subjetividad.
Entonces, defino a la dignidad de criterio como a un sistema de evaluación fundado en la libertad de razonamiento articulado dentro de un marco de información y definiciones válidas.
A veces tenemos que ser víctimas de la subjetividad mediocre de gente sin sentido crítico. Para estas situaciones tenemos la virtud del razonamiento maduro que actúa como escudo desacreditador de incoherencias públicas.
Cuando uno conoce su identidad no necesita demostrarle nada a nadie. Cuando uno sabe quién es y hacia dónde se dirige no se tiene miedo de ser minoría. Cuando uno se ocupa de ser es respaldado por la seguridad de los cánones originales.
La subjetividad infundada es un parámetro de evaluación al cual no es pertinente someterse. En otras palabras… no debo hacerme cargo de las apreciaciones personales de gente que no tiene dignidad de criterio.
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