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No soy el unico loco:

domingo, 26 de abril de 2015

EL MONOLOGUISTA

Hoy quiero proponer un aplauso para el que te dice: -“¿Te das cuenta que no me escuchás? Déjame terminar de hablar” cuando en realidad es él el que viene hace 18 minutos hablando ininterrumpidamente, cual monólogo, sin respirar ni pestañar, rojo de los nervios y con tono de voz elevado; y vos estás ahí, tratando de meter bocado pero sin posibilidad alguna hasta que por fin te das cuenta que el monologuista hace ademán de tomar aire para poder continuar, entonces, ante tu oportunidad de hilar un pensamiento, mínimo por supuesto ya que no se te permite más, argumentás con un planteo muy resumido o una simple pregunta dicha a la velocidad de la luz; pero claro, es imposible, él termina de tomar aire y arranca sin importarle que vos cierres la idea, sin embargo vos querés por lo menos terminar esa pequeñez de tu respuesta mental, entonces levantas a penas el tono de voz y el monloguista, que ya viene con su estado psíquico tocado porque piensa que discutir es una cuestión muy personal en la cual su ego está en juego, te dice abruptamente: “¿Te das cuenta que no me escuchas? No me dejás terminar de hablar”.

Flaco, de las dos horas que estuvimos discutiendo yo sólo hablé 7 minutos, los 113 restantes hablaste vos y aun así no pudiste hilar un argumento sin evidenciar que no entendías nada de lo que yo decía. Yo dialogo, vos imponés tu monólogo, vos sos el que no deja hablar ni tampoco escucha. De paso te tiro un consejo para tus próximas discusiones, no es necesario que te pongas nervioso ni te sientas atacado, en las discusiones de adultos, el ego no está en cuestión, no importa quién tiene razón si es que alguno la tiene, lo que sí importa, lo que sí sirve, lo que sí vale la pena tener en cuenta es el ver a las discusiones como el juego de quién hace pensar más al otro. Del choque de ideas distintas nace la reflexión. Si las ideas no chocan cruelmente hasta romperse unas con otras no surge ninguna conclusión.

RECORDAR EL FUTURO ¿FUTURO O REALIDAD?

Experimento mi vida con un sentimiento del tiempo muy particular, el sentimiento de que mi “yo pleno” está en el futuro, y es el futuro.
Así mismo siento que el futuro me determina porque ya estuve en él, y me gustó tanto que necesito volver. Esta sensación me hace estar constantemente en estado de preparación, me preparo para ese regreso, para ese día en que mi presente sea mi futuro.

De alguna manera que no entiendo, se el futuro, abstracta o concretamente lo conozco y por eso el día que finalmente me encuentre en ese lugar y momento voy a recordar mi futuro por primera vez. Sí se puede recordar el futuro, lo sé, lo conozco y soy capaz de reconocerlo. Porque el futuro, lejos de ser un tiempo, tiene que ver con el ser, y el ser está en los genes, el ser es lo primero; por lo cual el futuro es lo primero y lo fundamental.

MEDICINAS ALTERNATIVAS

Disiento con el pensamiento religioso arcaico sobre el descreimiento de las medicinas alternativas y desde un principio aclaro lo siguiente: la única verdad que respeto es la ciencia basada en el estudio del diseño divino. Por eso creo que el mucho estudio y la mentalidad científica inevitablemente te llevan a Dios, de lo contrario; si la obra no te lleva al autor, el observador está observando mal o sesgadamente. Y también eso me avala a decirle a todos aquellos religiosos que le tienen miedo a la ciencia, al conocimiento o a los descubrimientos (porque temen que los aleje de Dios) que lo único que hace cualquier nuevo conocimiento o descubrimiento es hablarnos del creador; Dios es el creador de la ciencia.
Popularmente, se aceptan ciegamente los artilugios de la medicina hegemónica y se descree de las medicinas alternativas (que no son sinónimo de medicinas populares o curanderos). Muchas iglesias se hacen eco de la falacia conceptual del “está científicamente comprobado” cuando en realidad, a lo largo de la historia, la ciencia se ha refutado una y mil veces a sí misma y es un conocimiento en constante auto refutación y re construcción.
Hay que diferenciar entonces, dentro de la ciencia dos dimensiones: la dimensión del conocimiento producto del estudio de la anatomía y fisiología humana (que es lo que yo nomino como “ciencia basada en el diseño divino”); y la dimensión paradigmática de la ciencia que cada tanto acostumbra a cambiar porque es evidente su inutilidad y error; como ejemplo de esto último puedo citar el paradigma antiguo de la enfermedad como un desequilibrio de humores, hoy estamos en el paradigma microbiológico y así seguirá modificándose a lo largo de los años. Esta última dimensión de la ciencia no es ciencia de Dios, sino una ciencia cuasi filosófica creada por el hombre en su intento de entender y modificar la realidad del humano.
Partiendo de estas definiciones básicas construyo este posteo. Si bien la filosofía moderna de la “Nueva Era” ha casi monopolizado la palabra “energía”, me atrevo a decir que ese concepto en el universo no es ninguna novedad. El ser humano y todo ser y toda materia se construye basalmente de energía. Un átomo en su constitución es más energía que materia, incluso la materia no viva es más energía que materia. Las partículas subatómicas están en constante movimiento, no existe nada estático o quieto. Somos movimiento, vibración, energía, trasmisión, influencia o como sea que quieran llamarlo. En este caso la nominación no afecta a la realidad, la nominación tiene que ver con la lingüística, y la realidad es independiente de las opiniones. La energía es parte del diseño divino del universo, no un invento reciente de la Nueva Era.
También es cierto que muchas medicinas alternativas no son reconocidas por la medicina hegemónica por un simple trámite burocrático que depende de mentalidades cerradas e intereses más económicos que sanitarios.
Por otro lado, con respecto a las filosofías de trasfondo de las medicinas alternativas; me parece que no hace falta involucrarse en un 100% para poder disfrutar de algún beneficio. Es decir, no necesito estudiar medicina para entender y saber todo para luego poder ir a la guardia porque me agarró un dolor en el tobillo; tampoco necesito convertirme en un técnico o ingeniero de tecnología para poder comprar y utilizar un Smartphone. Si así fuese, entonces todos los religiosos que tienen problema con las filosofías de fondo tendrían que, al ir a un médico de medicina hegemónica, primero preguntar si es evolucionista o es creacionista, para poder decidir si quiere o no atenderse con ese profesional científico.
Por último, a modo de “perlita”, desmiento las más primitivas falacias religiosas: ir a un médico (practique el tipo de medicina que practique) no es una falta de fe en Dios, tampoco es que aplicando los 8 remedios naturales a tu vida estaríamos exentos de todo. Por ejemplo, yo tengo migrañas cada tanto, e independientemente de que haga ejercicio, tome agua, tome sol, etc., nunca me dejaron de aparecer esas migrañas, tal vez sí se han espaciado más en el tiempo, pero no han desaparecido. Si algún religioso sufre un accidente no sería una falta de fe que vaya al servicio de emergencias en vez de juntar las pocas fuerzas que le quedan para arrodillarse a pedirle a Dios por su sanación.
Dios es el creador de todo, y el estudio de todo (cuerpo humano, astros, animales, plantas, mares, etc.) es ciencia, entonces Dios es el creador de la ciencia. El hombre científico, a lo largo de toda su vida, no hace más que transitar el más colorido, diverso y exquisito camino: el infinito camino del diseño de Dios. Y eso es lo único que creo; la única verdad que respeto es la ciencia basada en el estudio del diseño divino.

martes, 7 de abril de 2015

ESPÍRITU LIBRE

Un espíritu libre es aquel que vive según sus criterios, conceptos y definiciones, sus abstracciones mentales, sus formas y dinámicas de procesamiento, su análisis estético y filosófico, sus ritmos de movimiento natural. El espíritu libre recrea el mundo y vive en consecuencia sin importarle o sentirse intimidado por toda la estructura histórica popular y las reglas ortodoxas de la sociedad que lo rodea.

Ser libre es fluir en las propias definiciones. La libertad absoluta es creadora y recreadora de todo, es creativa y totalmente heterodoxa, no por la adolescente rebeldía del oponerse sin razón, sino por el respeto absoluto al ser.