La promiscuidad sexual como sinónimo de felicidad y éxito es uno de los mayores engaños vendidos hoy en día. Tal parece que un hombre es hombre a partir del acto sexual y mientras más frecuente sea y con la mayor diversidad posible de compañeras más posicionador resulta.
Entiendo al ser humano como un ser distinguido con la razón. Y por ello creo que en cada aspecto de la vida se debe hacer uso de ella para diferenciarse del resto de la vida presente en el planeta.
Sinceramente, no veo la diferencia entre el modelo de conducta sexual impuesto por la sociedad actual, en el cual el acto se lleva a cabo como consecuencia de una catarata de hormonas, y la conducta que manifiestan los animales cuando se encuentran en celo.
El sexo fuera de un marco de amor se convierte en no más que una patética y denigrante forma de actividad física que lejos de elevarnos desparrama partes especiales de nuestro ser.
¡Perder dignidad nunca fue mejor visto! Hoy en el siglo XXI vemos más que nunca la evolución indiscutible del hombre hacia una raza superior, el hombre como presa de sus propios deseos.
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