Entro a clases de
teatro y soy natural, entro a la vida cotidiana y tengo que actuar
En clases de teatro se nos estimula a ser naturales,
espontáneos, se nos incentiva a explorar, a movernos por impulsos y jugar. Personalmente
me conecta con lo vivencial, con lo orgánico, con lo transparente y esencial,
con todo un mundo de posibilidades e imaginación. Se nos enseña a mirar a los
ojos y a hacer lo que sentimos sin filtrarnos. Se nos enseña a conectar sin
etiquetas ni juicios. Se nos devuelve la desinhibición y nos llena de herramientas
para relacionarnos con los demás, para trabajar en grupo con las
individualidades de cada uno.
En ese contexto siempre está todo bien.
Lo contradictorio es que cuando salgo de teatro y entro a lo
cotidiano (al hospital, al trabajo, a la vida general) tengo que tener cuidado
de lo que digo porque todo será puesto en tela de juicio, tergiversado y
malinterpretado; tengo que poner especial foco en el cómo digo las cosas porque
se pueden escudar en ello para desacreditar el qué; siempre hay que ocultar algunos
datos porque todo puede y será usado en tu contra, todo lo que sepan de vos te
será echado en cara. Uno no puede reírse mucho porque se pierde autoridad
frente a los pacientes, no hay que ser simpático ni cálido, hay que fingir
seriedad y distancia. No se puede ser muy feliz porque generás envidia, no se
puede decir una opinión porque se te tratará de quejoso. Nada nunca está bien,
siempre hay motivos para ser retado y visto con malos ojos, nunca hay motivos
para celebrar (aunque siempre hay motivos para emborracharse, que pareciera ser
la única forma que tiene el adulto de ser feliz). Se desaconseja la naturalidad
y lo espontáneo ya que está inmensamente relacionado al error y lo poco serio.
Nadie habla de frente sino que simulan en tu cara sonrisas que se convierten en
cuchillos cuando estás de espalda. De todos hay que desconfiar, nunca sabés
cómo son los demás hasta que te decepcionan, todos hablan de todos sin
realmente saber mucho. De todos lados tratan de amoldarte, inhibirte y
restringirte. Te llenan de corazas, armaduras y armas.
Es decir… demasiado drama, demasiada histeria, demasiado
“carajo mental”, demasiado hay que actuar para aprender a vivir en sociedad.
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