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No soy el unico loco:

sábado, 22 de noviembre de 2014

Editorial de VOS Y VOTO de la 4º revista de 2014

Este año intentamos hilar una temática motivadora y reflexiva; hicimos foco sobre las cualidades y parámetros utilizados por el sistema para medir a los estudiantes y expusimos algunos ejemplos de la casi interminable lista de “mediocres” que en realidad no lo fueron.

Nuestra intención no fue la de bombardear la excelencia académica, sino la de sacarla del podio creado por el imaginario social. El imaginario que tanto daño le hace a la realidad y la sociedad toda.
Paralelo, abordamos el concepto del “sentido común” y la gran impronta paradigmática, y por lo tanto sesgada que tiene. El sentido común es común dentro de un contexto socio-cultural e individual. Cada uno tiene que definir qué es común para sí y no ser engañado por la mayoría conceptual del “sentido común”. Hitler justificó las mayores aberraciones en el nombre del sentido común, así como también la Iglesia Católica mutiló, quemó y torturó a mayor cantidad de gente que las dos guerras mundiales juntas, en el mismo nombre. Claramente el “sentido común” y el imaginario social son herramientas de manipulación que no hacen más que daño y causar dolor… eso es lo que nos muestra la historia.
Creemos que el error está en abreviar la evaluación cuando se habla de cosas que “se desprenden del sentido común”, porque la verdad es que pocas veces la realidad obedece a la ley del 2+2 es 4. El título no hace a nadie más o menos persona; de hecho, según el común pensar de los educadores de vanguardia, el título evidencia la exposición que ha tenido una persona a experiencias deshumanizantes durante su paso por el sistema educativo. Y esta postura queda irrefutablemente demostrada en los “frutos” del mismo sistema.

A nivel mundial, el porcentaje de gente universitaria representa menos del 1%. Es decir que la minoría más pequeña tiene el privilegio de estudiar y tener la experiencia de una educación superior. A su vez, de este 1% universitario, y centrándonos en la fracción que se dedica a la investigación, la mitad de ellos (el 50% de los científicos) son empleados por la industria de armas. Y el resto de los universitarios que tienen la “suerte” de no ser comprados para estos fines terroristas, son comprados por la industria farmacéutica y tantas otras industrias poco felices para el mundo. Finalmente, la gran mayoría de los que logran “salvarse” de toda esa impune “venta de almas” se inclinan por el individualismo, el tener (tanto o más que aquellos cuyos promedios y méritos académicos les permitieron obtener esos empleos anti humanidad con sueldos “deluxe”) y hacer la vista gorda a la realidad social.

Es decir que hay algo en el proceso de “producción” de universitarios que no está del todo bien. Hay algo en la educación y en la casa del conocimiento que no está funcionando; o está funcionando para el lado del mal.
Todo esto es muy paradójico ya que en realidad, el verdadero conocimiento humaniza, da humildad, nos ubica en la condición real que tenemos, la del desconocimiento e ignorancia de la mayoría de las cosas. El verdadero conocimiento nos cambia, nos hace más humanos, menos egocéntricos y dictatoriales, más receptivos y abiertos a la realidad.
Es por eso que miramos con desconfianza a la Universidad ya que sus frutos patean más en contra que a favor.
Alguien instruido en lo más alto del conocimiento humano no debería terminar fabricando armas, diseñando nuevas enfermedades o nuevos medicamentos que en realidad son peores que los anteriores y arruinando y agotando los recursos naturales del eco sistema.
¿Esta es la parte de la nazi teoría de la evolución darwiniana en que las “razas superiores” exterminan a las inferiores? Llamar a esto evolución es un insulto a la razón, jamás fue más evidente la involución.
¿Quién es el responsable de la deshumanización de la gente con títulos? ¿Quién o qué deshumanizó a los creadores de la bomba atómica, o al que testea medicamentos en humanos sin ningún tipo de consentimiento, o al que acepta coimas para votar en contra de leyes que perjudican a las tabacaleras y benefician a la sociedad?

¿Nunca sentiste que tus propios compañeros ya no son los mismos que cuando empezaron la carrera y que tal vez confundieron madurar con deshumanizarse, con aprender a pisar cabezas o con entrar en el juego de la competencia y la carencia de empatía?

Saliendo del tema de los frutos y volviendo al de la educación, hay muchas características que son inconcebibles en una mente universitaria. La facultad, lo mejor que puede hacer, independientemente de la carrera, es abrirte la mente y romper las cadenas a todos los preconceptos de tribuna y modos culturales. Alguien que estudia debe terminar con la cabeza abierta, no cerrada. La educación libera. Si vos salís de la Universidad y no tenés una mente abierta y creativa, ni tenés una sola cualidad propia del ser humano como la solidaridad, la empatía y las ganas de transformar para mejor la realidad, entonces hay algo que falló.
Toda educación que te cierra la cabeza o que no alimenta a tu niño interior, no es educación real sino una atrofia sistematizada y progresiva de alas.
Inconcebible es que una mente universitaria, una mente que tuvo el privilegio y la oportunidad de acceder a la cúspide del conocimiento humano, no esté abierto a la innovación, no cree cosas nuevas ni utilice ese conocimiento para transformar su entorno.
Aquel que se cerró a la niñez por comprar ese combo de imaginario social que cree en “el ser adulto y ser serio”, se perdió de lo más grande que ofrece el saber: la libertad de las opciones diferentes y creativas y la actitud de flexibilidad; eligió dejarse atrofiar por el sistema y degradó su cerebro a uno sistematizado, rotulado y moldeado por todos los defectos que hemos señalados del sistema educativo, por sus “apariencias maduras y formales” y por sus “academicismos inútiles”.

Hay algo que claramente están haciendo mal aquellos que dirigen la educación a nivel mundial. No es que todo está mal, pero sí no se puede negar que hay una tendencia extraña a defender intereses no tan transparentes ni explícitos, sino comprometedores y oscuros. El gran problema es que la “industria productora de universitarios” genera gente instruida que carece de lo más importante, carece de principios. Como el famoso médico Josef Mengele, quien su falta de principios sigue causando asco y terror.
Gente así crean, profesionales amantes del dinero y el individualismo, rápidos para el juego de egos, la lucha de poderes y habilidad de pisar cabezas para escalar; profesionales que en el camino se olvidaron o tuvieron que dejar de lado el valor de la solidaridad, el respeto, la humildad, la empatía, la firmeza por los principios, la integridad y la fortaleza para luchar.

¡Gracias por leernos un año más!

Fin del juego.

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