(Artículo publicado en la revista estudiantil "VOS Y VOTO, Sólo para estudiantes" de la Escuela Superior de Ciencias de la Salud dependiente de la UNICEN)
No exijas lo que no estás dispuesto a dar de ti mismo.
¿Cuántas veces nos hemos enterado al llegar a la facultad que no teníamos clase ese día? Por no mencionar a los que tuvieron que viajar para asistir a la misma. ¿Cuántas veces hemos estado esperando al profesor hasta resignarnos a firmar la hoja e irnos?
Tal es la situación en ciertos casos que damos por sentado que no vamos a tener clase determinados días.
¿Cuántas veces hemos tenido que esperar semanas y semanas por notas de exámenes sin tener respuestas de los profesores a cargo?
¿Cuántas veces nos han perdido los exámenes?
¿Cuántas veces hemos tenido que aguantar comentarios ofensivos?
A veces me pongo a pensar qué pasaría si las reglas que los profesores pretenden nosotros cumplamos se aplicasen a ellos también…
Si nosotros no vamos a una clase o llegamos tarde nos ponen falta o media falta. Estas se acumulan y después nos pesa en la regularidad.
Y que ni se le vaya a ocurrir a un familiar tener un accidente el día del plenario porque con una sola falta se te arruina el promedio y después no te dan los números.
Si llegamos tarde o nos ausentamos por una razón válida tenemos que presentar certificado lo antes posible de lo contrario perdemos el derecho a que nos justifiquen. Ahora bien si el docente falta o llega tarde hay que decirle a la secretaria que lo llame a ver si va a venir o nos tenemos que ir.
Parece mentira pero hoy en día, en la era de las comunicaciones, hay que utilizar el GPS para localizar a ciertos profesores o bien incursionar en la adivinación para ver si tenemos o no clases.
Creo que alguien mínimamente educado si va a llegar tarde o va a faltar tiene que avisar a las personas que se verán afectadas lo antes posible; o al menos disculparse. De lo contrario estaría faltándoles el respeto.
¿Es mucho pedir un llamado reportando algún percance?
¿Qué pasaría si diésemos vuelta los roles? ¿Qué pasaría si nosotros empezáramos a evaluar a los profesores teniendo en cuenta sus conocimientos, actitudes y pedagogía?
Me parece que así como tantas veces hemos tenido que escucharlos hablar de los grandes defectos del estudiante de hoy tendríamos que darles un sermón a ellos.
Obviamente que no pretendo destruir al cuerpo docente pero si hacer una crítica real sobre la realidad que siempre vemos pero también callamos. Por otro lado, nadie dice que todos los profesores son iguales pero lamentablemente el acatamiento a la ética así lo dispone.
El proceso enseñanza-aprendizaje que nuestra facultad propone es un juego de ida y vuelta donde tanto el alumno como el profesor aprenden mutuamente.
El profesor por ser profesor no tiene derecho de faltarnos el respeto ni tampoco es más ser humano que nosotros.
Siempre he creído que el que exige debe estar a la altura de lo que exige de lo contrario la figura dominante pierde credibilidad, autoridad e incluso prestigio.
Creo que como alumnos tenemos que hacer respetar nuestros derechos así como también debemos respetar el de los profesores. Y hacer de esto un lenguaje recíproco en el cual todos salgamos beneficiados.
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