A veces la autoridad (gobiernos, padres, amigos, etc.) hace uso del poder usurpando las libertades individuales y privando a sus subordinados de su libre expresión de ser. Un sometido es aquel que acepta esta situación no basándose en la razón sino en el miedo.
El posteo de hoy va dedicado a describir a aquellos que eligen someterse a alguien que no es autoridad, y ni siquiera hace uso de la autoridad que le dan sobre ellos mismos.
Lo que está detrás de todo sometido es un fuerte miedo por ser auténtico y por no pertenecer. Me pregunto hasta qué punto podemos llegar a comprometer nuestra dignidad por el simple hecho de ser aceptado o querido.
En mi opinión, el sometimiento nos lleva a la cantidad, y la expresión original a la calidad en las relaciones interpersonales ¿Vale la pena comprometer la calidad por la cantidad?
El miedo es un arma de doble fijo, ya que por un lado es una oportunidad para lograr nuevos niveles de realización personal y para acelerar los procesos; pero por el otro, el miedo mal entendido tiene un tinte de obsesión y puede ser un gran destructor personal.
Perdamos el miedo del qué dirán y creamos en el pleno conocimiento de nuestros pares. Perdamos el miedo de enfrentar y decir que somos diferentes y pensamos distinto. Tratemos de ver al miedo como un indicador de nuevos retos personales y aprendamos a disfrutar de esa sensación de adrenalina heroica que conquista nuevos horizontes de dignidad.