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No soy el unico loco:

sábado, 26 de febrero de 2011

SOMETIMIENTO

A veces la autoridad (gobiernos, padres, amigos, etc.) hace uso del poder usurpando las libertades individuales y privando a sus subordinados de su libre expresión de ser. Un sometido es aquel que acepta esta situación no basándose en la razón sino en el miedo.


El posteo de hoy va dedicado a describir a aquellos que eligen someterse a alguien que no es autoridad, y ni siquiera hace uso de la autoridad que le dan sobre ellos mismos.


Lo que está detrás de todo sometido es un fuerte miedo por ser auténtico y por no pertenecer. Me pregunto hasta qué punto podemos llegar a comprometer nuestra dignidad por el simple hecho de ser aceptado o querido.

En mi opinión, el sometimiento nos lleva a la cantidad, y la expresión original a la calidad en las relaciones interpersonales ¿Vale la pena comprometer la calidad por la cantidad?

El miedo es un arma de doble fijo, ya que por un lado es una oportunidad para lograr nuevos niveles de realización personal y para acelerar los procesos; pero por el otro, el miedo mal entendido tiene un tinte de obsesión y puede ser un gran destructor personal.

Perdamos el miedo del qué dirán y creamos en el pleno conocimiento de nuestros pares. Perdamos el miedo de enfrentar y decir que somos diferentes y pensamos distinto. Tratemos de ver al miedo como un indicador de nuevos retos personales y aprendamos a disfrutar de esa sensación de adrenalina heroica que conquista nuevos horizontes de dignidad.

sábado, 12 de febrero de 2011

INCOHERENCIA INTERNA III

Este posteo pretende describir al grupo de personas que nomino los cara de cemento a quienes subdivido en: los rata, los mascarita y los mártires.

Los rata son personas que pretenden sacarte todo lo que más pueden sin dar nada a cambio, como vampiros chupasangre que te consumen hasta la muerte. Sólo se preocupan por recibir y no ceder nada. Hacen su ley y forma de vida la siguiente premisa: “Lo tuyo es mío y lo mío es mío”. Tratan con gran esfuerzo de ahorrar hasta el último centavo a expensas de la buena de los demás. Pero a la hora de retribuir de alguna forma, ayudar o dar simplemente se abstienen.
No estoy en contra de ahorrar pero si en contra del abuso de la bondad ajena para el beneficio propio.

Los mascarita son aquellos que no son lo que muestran sino que fingen ser ante los demás. Realizan grandes esfuerzos por pertenecer y para ello desnaturalizan su propio vivir. Carecen de originalidad y se convierten en no más que un mero reflejo, privado de la profundidad y distinción de las razones propias.

Describo a los mártires como esas personas que sienten tener derecho por sobre los demás debido a las situaciones que le han tocado vivir en la vida (que no están fuera de los hechos que todos vivimos en algún momento). Creen que los demás tienen obligaciones para con ellos y no dejan de lucrar con sus patéticas formas de vida y conveniente estrechez de razonamiento. Apelan a la lástima y a cualquier medio para conmover la mano dadivosa.
Se posesionan del papel de víctima de la vida y se cierran a la realidad de los demás. Lo que detesto de ellos es que logran revertir las críticas que reciben hacia el lado acusador quedando ellos exentos según el sensacionalismo de sus juicios.

Me resulta chocante la falta de dignidad y amor propio a la que ciertas personas llegan a acostumbrarse. Pareciera que deciden voluntariamente auto degradarse para conseguir su objetivo.
Los cara de cemento son un viviente atentado a la razón y plenitud humana. Son personas que no saben cómo vivir y tampoco se preocupan por aprender. Elijen vivir basándose en la ley de la holgazanería (mínimo esfuerzo) y mediocridad; creen que el fin justifica los medios, que todo lo que brilla es oro; y se exponen a situaciones en que pueden ser humillados fácilmente.

¿Cómo soportarlos? Creo que lo mejor es no involucrarse con ellos ni bien detectamos ciertas actitudes. Permanecer alejados sin ser maleducados o irrespetuosos.
Si no los sabemos tratar logran enfurecernos por eso me parece que algo muy sano el verlos como los bufones oficiales de la gente razonable (doy fe que lo son) y simplemente reírse de sus constantes absurdos.