Las
instituciones educativas, desde las primarias hasta las universidades, son
grandes asesinas en serie de niños interiores. Son en esos lugares donde uno
empieza a recibir retos por acciones puramente naturales, fisiológicas y
distintivas de la humanidad, tales como reírse (nunca retan por estar serio),
por moverse (nunca por estar quieto), por tener una opinión diferente (signo de
pensamiento), por ser espontáneo (no por el comportamiento estándar y en masa).
¿Qué
será que están produciendo estas prestigiosas fábricas de “adultos” y “profesionales”?
¿Por
qué será que pretenden programarnos en contra de lo natural?
Lamentablemente
un adulto que no supo mantener vivo a su niño interior es un humano que ya murió.
Y eso es lo que creo que fabrica el sistema: adultos y profesionales muertos en
vida… adultos sin vida, sin espontaneidad, sin ganas, sin ideas, sin colores
personales, sin capacidad de apreciar lo que los rodea, sin capacidad de
felicidad.
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