Habla
bien de mí que los que están en mi contra e intentan ensuciarme con mentiras y
juicios ligeros resulten personas caracterizadas por ser "venenosas"
y que con sus actos y palabras se ganan el odio de todos a su alrededor: pares,
superiores y hasta familiares.
No
deja de hacerme ruido que incluso en momentos en los que deberían estar
felices por sus logros, incluso ahí tengan que recurrir a hablar de mí
(burlándose, atacándome y mintiendo). No es muy difícil ver que esa es su
penosa forma de suplir la pobreza que tienen en sus espíritus y la miseria que
hay en sus almas. La felicidad del momento es rápidamente desplazada por su
vacío existencial y primitivamente recurren a lo bajo (alegrarse y burlarse de
la desgracia ajena). Incluso cuando tienen todos los logros para ser felices,
son infelices.
No
es casualidad que a ninguno de ellos le den los huevos u ovarios para decirme
algo a la cara, o para, al menos, sostenerme la mirada. Todo hablan por detrás
poniendo en evidencia lo que realmente son: pobres tipos, tristes personas.
Afortunadamente
mientras algunos gastan su vida en veneno, otros elegimos invertirla en
felicidad. Hablen tranquilos; tengo tanta vida propia que alcanza para
abastecerme y evidentemente sobra para darle letra a aquellos carenciados que
eligen vivir la de los demás.
Sepan
que mientras ustedes se sientan en las tribunas a juzgar, a darme importancia a
mí, a mirarme a mí, yo no me siento en ese lugar sino que permanezco activo en
el escenario, protagonizo mi propia vida e ininterrumpidamente bailo feliz en
mi metro cuadrado.