Si bien
este año hicimos dos ediciones tratamos de combinar muchas temáticas distintas
como la de la política, el concepto de “masas”, el de conspiración mundial y el
de despedida. Entonces volvemos a la pregunta del primer editorial: ¿para qué lado patea la política?
Cómo
es que ningún gobierno puede terminar con el narcotráfico; cómo es que pese a
los discursos contra los monopolios y multinacionales cada vez estos crecen más
y más y son cada día más impunes legalmente por las barbaridades que hacen;
cómo es que en paralelo a los discursos en favor de los pobres cada día aumentan
en número y tienen menor dignidad. Por qué el medio ambiente nunca es prioridad
frente a los intereses económicos, por qué ninguno de los iluminados que han
inventado energías alternativas ha tenido éxito, por qué el mundo no deja de
estar en guerra. Cómo es que a nivel mundial se gasta más en soldados y
armamento de guerra que para darle servicios de salud y necesidades básicas a
la totalidad de la población. No escatiman en guerras pero sí en gastos para
necesidades básicas. ¿Qué intereses defienden los políticos? ¿Cuáles son los
cambios que prometen y hasta donde son reales esas esperanzas que promueven
como banderas de progreso?
Es una
realidad, en todo sistema humano, a medida que uno va adentrándose en ellos, va
viendo ciertas inconsistencias de las cuales tiene que hacerse partícipe para
poder pertenecer y escalar. El sistema siempre pone en juego nuestros valores y principios con el riesgo
de corrupción que ello supone. En otras palabras, el sistema nos corrompe, y si no logra pervertirte en el camino de ascenso
quedás a un costado. El sistema político no es nada diferente. Claramente los que llegan arriba no siempre son
los más aptos, humanos y los de mejores intenciones, esas ni siquiera son
cualidades tenidas en cuenta. Muchas veces los que llegan arriba son aquellos que
defienden intereses ocultos. ¿Quiénes son los que financian las campañas
políticas? ¿Quiénes se encargan del casting de candidatos entre los cuales
votará el pueblo?
Los
“directores del mundo” no son precisamente aquellos electos cada cierta
cantidad de años sino que todo lo contrario; a los directores no se les vence
el mandato. Lo que realmente dirige es el dinero, y con ello me refiero a las
multinacionales, las empresas farmacéuticas, los narcotraficantes, las redes de
trata de personas, las petroleras, los bancos y los creadores de la opinión
pública: el cuarto poder. Coimas, presiones, “accidentes”, amenazas, riquezas
repentinas e injustificables no son más que sinónimos de corrupción y aluden a
una premisa obvia: la política en líneas generales, carece de personas cuyas
decisiones y movimientos no sean vendidos a los intereses del mejor postor. La
política es un gran teatro lleno de títeres y nosotros el público al cual
entretienen.
No es
difícil llegar a la conclusión de que gane quien gane los dueños solo se
divierten; y que gane quien gane, en realidad perdemos. La política sólo es una
distracción para mantener en vigencia la dictadura con esclavos convencidos de
que tienen el poder de la democracia, el de poner y quitar reyes.
No es
democracia si solo se pueden votar proyectos prefabricados en reuniones de
titiriteros. No es democracia si la única opción inteligente es desconfiar de
todo lo masivo.
No es
democracia si todo es simulacro.
Fin del
juego.
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