Hay dos frases que repetidas veces resonaron en mi
cabeza a lo largo de mi vida, dos frases que me acompañaron durante mis crisis
y decisiones. En este momento de duelo o “final de ciclo” volvieron a mi mente:
“Serás lo que debas ser o no serás nada” y “…Coronados de gloria vivamos, o juremos con gloria morir”.
Estos años de facultad fueron duros para mí. No hubo un
solo día en el que no me replanteara seguir adelante o cambiar de carrera;
nunca me sentí cómodo ni “sapo de este pozo”. Desde que ingresé vi una inmensa
falta de color, simpatía y calidez, no sólo del lugar sino también del ambiente
médico en general. En Medicina todo es muy cuadrado, superficial y poco
diversificado; toda novedad es calificada como cosa rara, mala y fea; toda
diferencia es señalada con desprecio; toda opinión diferente es descartada y
tachada como desubicada. Se te presenta al médico de una determinada forma muy
precisa y armada, sin lugar a que uno redefina nada, y vos sólo tenés que
copiar y adoptar ese ‘ser’. Dos opciones: o te amoldás o te amoldan, y personalmente
lo sentía como un “o sos o pertenecés”. Lo más probable es que solo fuese una
percepción propia pero eso constantemente me trastornaba la mente.
Innumerables veces me di contra la pared. Los primeros
años tuve muchas crisis de pertenencia, nunca me sentí parte de lo que la
mayoría cree que es “ser médico”. Ya ni tenía claro lo que yo mismo creía que
era ser médico. Iba a clases y no me hallaba, me sentaba a estudiar y no
encontraba razón para seguir en la silla, no podía conectar realmente con
nadie, ni siquiera conmigo mismo. Sentía que no estaba en mi lugar, que estaba
desperdiciando mi vida y sentía que así como no pertenecía tampoco estaba
siendo yo mismo; y eso me pesaba demasiado.
Desde la adolescencia me gustó mucho escribir, siempre
fui de los que tienen que llevar un papel y un lápiz a todos lados porque necesitan
anotar todo. Mis cuadernos siempre están llenos de notas y dibujos, al igual
que las paredes de mi pieza y departamento. Hoy en día mi celular es un gran
contenedor de notas. Los pensamientos me taladran la cabeza, sólo me dejan en
paz cuando los anoto. Así es como no puedo evitar escribir, es mi forma de
callarme el cerebro, casi una cuestión terapéutica.
Como resultado final de una de mis “tormentas” (crisis)
decidí abrir un blog y compartir en ese espacio todos los delirios que se me
ocurrían. Muy pocos lo leían, pero ir publicando cosas en la web me iba dando
cierto entrenamiento en letras al tiempo que me sacaba el miedo de opinar.
Así trascurrieron mis primeros años de estudiante; patinando
en la carrera y escribiendo cuanto podía. Tanta inestabilidad fue fomentando mi
espíritu buscavida de tal forma que todo lo que me venía a la mano para hacer,
lo hacía. Un día me topé con el cartel de la Escuela de Ayudantes del Profesor Gustavo
Otegui, y por supuesto me anoté. En una de las primeras clases, me puse a
escribir en el iPod algo que dijo Gustavo que me pareció interesante; él me
quedó mirando fijamente y guardó silencio hasta que yo terminé y levanté la
cabeza. No dije nada en el momento pero al terminar la clase lo busqué para
mostrarle que mi celular era un Nokia 1100 y que el iPod (no iPhone) lo
utilizaba para anotar. Entonces le conté sobre mi necesidad de anotar todo y lo
invité a visitar mi blog.
En ese curso el profesor indicó que cada uno tenía que
llevar a cabo un proyecto personal. Dentro de la desorientación que me
caracteriza me ayudó diciéndome “-¿no te
gustaría hacer algo con lo que vos escribís?”. Fue entonces cuando se me
ocurrió realizar una revista.
Los que nos siguen desde el principio saben que
empezamos desde muy abajo. Primero ni tenía idea sobre qué programa usar para
hacer una revista. Fue como hacer una revista de juguete. Todo era muy
rudimentario, de hecho creamos algo con muy pocos conocimientos previos. Siempre
me pregunté cuán diferente sería el mundo si todo se perdiera y tuviésemos que
volver a empezar. Cuántas nuevas metodologías se desarrollarían, cuánto
abriríamos la mente a nuevas formas de pensamiento y líneas de acción. Esta
revista empezó así, carente de todo el marco teórico que la hiciese nacer
“adulta”, se hizo adulta a los golpes como quien aprende a caminar, a prueba-error
y por el aprendizaje motivado en la necesidad de realizar tal o cual idea.
A medida que fuimos lanzando revistas personalmente fui
aprendiendo lo que es lindo y lo que no lo es. Fui descubriendo que no solo
basta que esté diseñado superficialmente lindo, sino que el diseño puede ser
inteligentemente lindo. Lentamente el gusto por el diseño se fue apoderando de
mí, lentamente me fui dando cuenta que, estudie lo que estudie, esté donde esté
y haga lo que haga, soy un diseñador. Me provoca placer diseñar y ver cosas
lindas. Soy feliz cuando pienso en el diseño de por ejemplo el aparato de
audición humano o el aparato de fonación y no puedo evitar emocionarme.
¿Alguien puede decir que el diseño es casualidad? ¿Quién puede atreverse a
sostener que la inteligencia es azarosa? Nadie más profundamente equivocada que
la dictadura científica y sus falacias insostenibles. De un choque de pigmentos
no nace La Gioconda así como tampoco de un choque de palabras nace un texto ni
de un choque de tintas nace una revista. VOS Y VOTO me permitió combinar esas
dos pasiones: las letras y el diseño.
También descubrimos lo que es el trabajo creativo, o el
trabajo que depende de inspiración; nada fácil ni una “pavada” como tal vez se
ve desde afuera. El día que estás inspirado todo fluye sin que te des cuenta
cuántas horas pasaron, pero el día que no se te cae una idea no podés hacer
nada. La inspiración no respeta tiempos ni lugares; clases, viajes, momentos de
examen, madrugadas, sueños; en cualquier instante te puede ocurrir el momento
de oro y tenés que aprovecharlo. Por eso hacer una revista es un trabajo de 24
horas al día los 7 días de la semana; tenés que estar constantemente atento; y
pensar qué publicar, cómo publicarlo, qué hacer para llamar la atención y luego
llevarlo a cabo.
Firmemente sostengo que cuando
encontrás lo que te gusta hacer y lo hacés, el “trabajo” no termina cuando
cerrás la puerta del consultorio o cuando cerrás los ojos para dormir. Es alineándote
con quien realmente sos cuando caducan el “cumplir horarios” o el “hacerlo por
obligación”, todo fluye desde tu ser más puro y profundo de forma natural.
Claro que hay que esforzarse, pero ese esfuerzo no genera cansancio sino más
bien gloria y sed de más.
Algo que no me canso de agradecer es el haber
descubierto esta pasión en el marco del trabajo independiente y la
automotivación. Nosotros mismos fuimos nuestros propios jefes, nunca
respondimos a nadie sino que todo fue libre en exceso. Jamás sentí o me di por
aludido a presión alguna, jamás fuimos censurados y siempre nos sentimos muy cómodos
para publicar y hacer cualquier cosa; nunca nada nos limitó ni condicionó.
Mucho ha surgido dentro de la revista, una de las
sorpresas fue la de nuestros mini experimentos sobre experiencias y reacciones.
Paulatinamente fuimos entendiendo en qué semanas teníamos que publicar la
revista, descubrimos en carne propia el efecto dominó producido cuando uno solo
retiraba una copia, empezamos a meternos en la mente del lector estudiante para
anticiparnos a lo que iba a pensar cuando leyera tal o cual cosa y poder
responderle en ese mismo momento y así manipular en cierto punto los tiempos y
sus humores.
Un año se me había puesto en la cabeza que quería una
revista que no sólo entrara por el sentido de la vista y el tacto sino que
pudieras experimentarla con otros. Se nos ocurrió quemar la orilla de una de
las hojas junto al dibujo de un niño “soplando” el fuego. Ese día no hubo una
sola persona en la facultad que no pensara que el edificio se estaba prendiendo
fuego, muchos vinieron asustados a fotocopiadora a preguntar qué pasaba.
También jugamos con lo motriz. Revistas abrochadas al
revés, hojas dadas vuelta, hojas que se leían al trasluz… ideas nunca nos
faltaron para hacer de VOS Y VOTO una revista de experiencias y una verdadera
caja de sorpresas.
La base siempre fue subvertir la estructura mental,
generar cambios en la normalidad y romper el esquema cotidiano al tiempo que
obligábamos a pensar y desarrollar el juicio crítico. Llega un punto en cual asimilás
la subversión de tal forma que empezás a cuestionarte absolutamente todo, hasta
por qué los carteles se pegan en las paredes y no en el piso o techo. Los porqués nunca se acaban, por eso
quisimos hacer de VOS Y VOTO un lugar donde todo podía pasar, un espacio donde
el límite fuese la imaginación y solo la imaginación.
Muchos nos calificaron como “pasquín subversivo”,
adjetivo que sentimos como verdadero aplauso. La realidad es que uno va
creciendo y de forma ineludible entra progresivamente al sistema y ahí es cuando te
vas dando cuenta de ciertos detalles. Pocas veces se encuentra algo cuyo límite
solo sea la imaginación; el resto de las veces el límite es la estrechez mental,
el ego y comodidad de los que están arriba, y eso sin mencionar el tema de las
intenciones. Por eso es que permanentemente hicimos guerra contra todo sistema
humano, disentimos con la mente popular y sus prejuicios. VOS Y VOTO se
convirtió en un espacio respiradero, un muro de resistencia donde la subversión
no es mala palabra sino una distinción elogiosa y donde el poder depende
puramente del ingenio. Hacer esta
revista se convirtió en mi forma preferida de reírme de la realidad y jugar en
sociedad.
Hasta me provoca orgullo
decir que algunos tenían que leernos a escondidas, o retiraban cada edición con
mucha discreción para que nadie se diese cuenta, como si fuese una revista
prohibida o de “mala fama”; todo era parte del juego.
“Serás lo que debas ser o no serás nada”, tengo la
seguridad de que durante mi paso por la universidad debí ser “el chico de la
revista”. Así pude entrar a donde quise y pudimos hacer todas las ideas que
surgían; serlo me equilibró bastante y me hizo comprender que tengo una particular
forma de apreciar. Hacerle la guerra a esta carrera fue mi forma de amarla. El
médico no escribe, el médico no sabe de arte, el médico no gusta del diseño, el
médico solo sabe de Medicina y no pierde el tiempo en pavadas. Hay demasiados “no”
en el “ser médico”. Pasé estos años riéndome de todos esos prejuicios y
rompiéndolos irónicamente. Realmente no sé qué hago estudiando Medicina pero lo
que sí sé es que el sentirme incómodo y tener tan poco sentido de pertenencia
me afianzó en lo disidente. Ser un extraño en el ambiente donde me muevo todos
los días me llenó de creatividad y ganas de redefinir todo.
“…Coronados de gloria
vivamos, o juremos con gloria morir”, siento que mi fin de ciclo muere con
gloria. Termino con la frente muy en alto, con la sensación de haberlo
completado de forma integral y sin ningún arrepentimiento por las batallas
libradas. Termino este ciclo habiendo conservado mi fe, habiendo demostrado
muchas cosas de las cuales me siento orgulloso; puedo mirar a todos a los ojos
y sonreírles. “Lo importante no es
mantenerse vivo, sino humano”, me da paz pensar que el sistema no logró “adultecerme”
ni convertirme en “serio” sino que en la adversidad fortalecí mi niño interior
y alimenté mi necesidad de subversión.
Gente de otras facultades no deja de asombrarse cuando se enteran
que Salud tiene revista propia. Ni siquiera la Facultad de Sociales realiza una.
Hemos crecido tanto que hasta podemos decir que hoy somos la revista de
producción local con mayor tirada por número. Me despido de VOS Y VOTO triste pero satisfecho, triste
pero feliz.
No quiero dejar de
agradecerles a todas las personas y grupos que ayudaron, acompañaron y se identificaron
con este proyecto. El Centro de Estudiantes siempre nos brindó su ayuda
incondicionalmente; los trabajadores de Fotocopiadora nunca se quejaron por el
trabajo extra; gracias a todo el equipo de trabajo por ponerse la camiseta y
apoyar cada locura, gracias a mi familia por acompañarme y entender mis
búsquedas, gracias a los profesores que se prestaron al juego de las
entrevistas; gracias a todos los que participaron de las elecciones a Profesor del
Año, gracias a todos los que esperaban mes a mes la revista y nos leían con
alegría, gracias a todos los estudiantes que compartían VOS Y VOTO con su
familia y amigos, gracias por llenarnos de aliento y cariño.
Sé que en su gran mayoría,
nunca fuimos conscientes de todo lo que VOS Y VOTO generaba, pero
particularmente sí soy consciente de lo que me generó a mí… y estoy convencido de que no puedo ni quiero
parar de hacer lo que soy. No es el fin.
En este septiembre 2015, el mes
en el que cumplimos 4 años, dejo esta revista en manos de dos compañeras de
trabajo que conformaron el grupo VOS Y VOTO desde el primer momento. Siempre cargadas
de ideas y dispuestas a apoyar cada locura. Confío plenamente en la visión de estas
dos estudiantes que redefinen mucho el “perfil médico esperado”: Pame Chavez y
Mariana Duarte; dos grandes que para mí son y serán dignas “piratas de la tinta”.