Lamentablemente todos tenemos la tendencia interna a hacer las cosas mal y por eso necesitamos de una autoridad que nos corrija y dirija. Nada mejor podemos hacer que aceptarla y someternos a ella. Es raro en mí (defensor de la individualidad, independencia y autorrealización) hablar de resignación al sometimiento pero a lo largo del posteo veremos que es la única opción.
La naturaleza humana nos adjudica la característica de necesitar de autoridad para que seamos educados, respetemos los derechos colectivos y cumplamos nuestras obligaciones. ¿O es lo más normal del mundo que los niños pequeños (seres que no tienen desarrollado el intelecto todavía lo suficiente como para actuar por razonamiento más que por instinto) sean educados, buenos, simpáticos, presten sus juguetes, no den trabajo a los padres, etc. etc.? Es un hecho que la raza humana necesita constantemente un tutor corrector de sus pasos para educarlos, encaminarlos y motivarlos.
Voy a dividir a los hijos del rigor en dos grandes grupos para entender más en profundidad la dinámica: hijos del rigor externo e hijos del rigor auto impartido. La diferencia entre ellos me avala al decir que soy un sometido sin dejar de lado mi individuad, independencia y progresismo.
Los hijos de la autoridad externa son personas acostumbradas a estar del lado controlado por el sistema de autoridad. Están destinados a luchar por sus ideales con la única herramienta primitiva y poco inteligente que poseen: la rebeldía adolescente. Son gente carente del sentido común suficiente para darse cuenta de las reglas de juego con las que se maneja la sociedad y esto los imposibilita a ser más que, en el más positivo de los casos, meros futuros estándares.
Esta gente necesita de un ente autoritario duro que constantemente, apelando a su inevitable humillación, les marque la manera correcta de proceder (que los rete). Lo que ellos nunca van a entender es la degradación que implica el someterse voluntariamente a un ente externo que los conduzca a hacer lo mínimo e indispensable que se pretende de ellos. Esto genera un vínculo áspero entre ambos y provoca en ellos resentimiento hacia toda forma de autoridad y poder. Internalizan una pelea y se hacen participantes desde el lado de la crítica destructiva (ataque ofensivo) en vez de actuar desde la crítica constructiva (acción cooperadora).
Tratando el otro grupo digo que ellos experimentan los beneficios del dominio propio. Alcanzar la virtud del dominio propio nos convierte en hijos de nosotros mismos (paso que corona al proceso de individuación) a lo que defino como el articular todas las fuerzas internas para ejercer poder sobre nosotros mismos, para ser nuestros propios directores y motivadores. El poder de auto motivación y auto sometimiento puede ser nuestro mejor aliado cuando es basado en el equilibrio perfecto entre el saber y la razón para evitar los excesos (auto exigencias excesivas o mediocres).
Para ello obviamente necesitamos de un sistema de autocrítica eficaz para lograr identificar nuestras falencias y así corregirlas. Este sistema de autocrítica debe estar libre de sesgos, complejos, preconceptos y prejuicios. Necesitamos una crítica neutral e independiente de cualquier factor alterante, no del pesimismo ni el optimismo, sino del realismo. Creo que el yo autoridad debe ser una unidad íntimamente conectada con la mayor expresión existente de razón. Lo cual es dirigirse a la ley natural del universo y la ley de la conciencia, fusionarlas con nuestro sistema de evaluación y auto someternos a ellas para cumplirlas y evaluarnos en el cumplimiento. De este modo estaríamos cumpliendo dos roles: el de autoridad y el de sometido. Esta dualidad y contraste es el mejor complemento de la individualidad sana y abierta.
Esta autoridad no sólo sirve para mantenernos en línea y madurar sino que también es útil a la hora de la evolución personal. Esta evolución la logro manteniéndome abierto y receptivo a nuevos modos de vivir y modos de ejecución de acciones que ya realizo. Esto se esquematiza así: mirar, evaluar, copiar, hacer, modificar e internalizar características y hábitos ajenos (todo un proceso de transformación). Ser creativo para inventar nuevas actividades al mismo tiempo que me proyecto globalizado en una vida cosmopolita. Siempre hay aspectos que mejorar y qué mejor que la auto motivación para activar nuestro potencial interno.
Si la dignidad es el pleno uso de la libertad ¿Al estar aceptando el sometimiento a una autoridad estaría perdiendo dignidad? Es inevitable estar bajo una autoridad, cualquiera sea, nadie en ningún momento está exento (padres, trabajo, gobierno, etc.). Directa o indirectamente todos nos movemos bajo sistemas de autoridad y poder (ligados a las reglas sociales mundiales) de los cuales no nos podemos desprender. Ahora bien, no tenemos que confundir libertad con libertinaje. La libertad nos da responsabilidad de lo que hacemos y dejamos de hacer, y el libertinaje es el descontrol (reino del instinto) ante la ley, la ética y la moral, es el abuso de la propia libertad con el inevitable atropello de la de los demás.
Si nos centramos en la libertad pronto caeríamos en el libertinaje y si nos centramos en la razón pronto nos convertiríamos en computadoras. Por eso estamos dotados con las facultades más adaptativas y elevadas que existen en el mundo. Hagamos uso de ellas para equilibrar estos 2 derechos con carga de responsabilidad.
Todos tenemos coherencia interna que explica nuestra forma de ser y proceder (cada ser humano es internamente coherente según sus propios patrones) por eso necesitamos de una verdad universal que unifique las coherencias personales y haga una realidad común de criterios evaluativos. Lo que une nuestras coherencias internas es la razón de la verdad universal. La razón es neutral, flexible y debería ser común para todos. Por eso todos somos coherentes pero lamentablemente no todos somos razonables.
Seamos razonables y hagamos uso del grado más puro de la dignidad humana, sometamos nuestra vida a los estándares más elevados de leyes y auto motivémonos para aplicarla hasta internalizarla en nuestras vidas.