El ir cambiando y adaptarse al medio son herramientas que nos benefician al desenvolvernos en un mundo cada vez más competitivo y exigente.
La capacidad de evolución personal alude a los primeros años de vida en los cuales quedan sentados las bases y patrones que condicionan nuestro desempeño futuro. Es algo importante que en ese período se fomente la flexibilidad, es decir, la adaptabilidad con la cual enfrento nuevos desafíos, problemas, tecnologías, formas de pensar y tendencias.
Al vivir en un mundo donde todo cambia rápidamente no podemos ignorar el valor de la flexibilidad, gimnasia cerebral o neuroplasticidad para conocer, entender y adoptar lo nuevo.
¿Por qué razón la generación de mis padres se caracteriza por ser “de madera” al utilizar la tecnología? ¿Por qué razón yo a mis 19 años me resulta difícil concentrarme para estudiar frente a una pantalla y no lo es para los chicos que están en primaria hoy? Tal vez las respuestas sean: mis papás no crecieron con una computadora en su casa, yo aprendí a estudiar con el lápiz y los cuadernos Rivadavia y los niños de hoy crecieron leyendo Harry Potter desde la computadora.
Al parecer, nuestro cerebro repite formas de proceder y al aprenderlas simplemente pulsa al piloto automático. Así, trabaja inconscientemente y deja nuestro consciente menos cargado. El problema viene cuando esa programación se vuelve obsoleta ¿Te parecería productivo que en 2010 tenga mi laptop de última generación con Windows 95? Nuestro cerebro siempre es de última generación pero si nos quedamos con las programaciones viejas nos vamos volviendo menos capaces de enfrentar las cuestiones de la actualidad.
El cambio apela a nuestra flexibilidad mental y marca el punto de transición en el cual se abandona el viejo paradigma y se adopta el nuevo. Mientras antes pongamos en acción esto, menos caótico nos resultará hacerlo con la práctica diaria.
Dejemos de mirar a lo nuevo desde los complejos y prejuicios ya que con o sin nosotros el cambio se efectuará igual; y está en nosotros dejar que nos beneficio o no. Facebook sigue teniendo gran éxito a pesar de un par de autoproclamados revolucionarios que no quieren formar parte del montón que tiene una cuenta allí. Déjenme decir que la revolución, o por lo menos una que valga la pena, no tiene nada que ver con mantenerse al margen y abstenerse de accionar, sino con entender a la sociedad y lograr introducir un cambio masivo.
¿Quieren ser revolucionarios? Generen una opción alternativa que se amolde a sus preferencias (preferencias que hicieron que no elijan Facebook).
Con esto no pretendo que todos seamos adoptadores pasivos o meros receptores y accionistas de la vanguardia; por ello hablo de un criterio de evolución.
Creo que hay que usar el pensamiento crítico para elaborar fundamentos más sólidos que el infantil: “la oposición por la oposición”. Deberíamos pensar en los pro y en los contras, no centrarnos en las contras (pesimistas) ni en las ventajas (positivos). Tener un criterio centrado en la realidad para discriminar cada asunto de la mejor manera y posteriormente disfrutar de sus beneficios y tomar recaudos de los peligros.
El cambio social impone nuevas definiciones y conceptos de lo que es competitivo, lo que es apto y lo que es útil. Entonces, la evolución social no sólo parte del día a día sino que es un proceso que nos compromete y nos da tarea que hacer. Es decir, -Soy competitivo laboralmente, soy apto para enfrentar el reto de hoy y soy útil pero, ¿Lo seré mañana?
La evolución constante es una característica que la sociedad ha impuesto como regla de juego y no podemos más que respetarla para lograr el éxito.
Cambiemos constantemente, no nos volvamos predecibles, reinventémonos diariamente, veámonos desde ángulos distintos y entendámonos como parte de una sociedad que fluctúa independientemente de nosotros.